En los círculos biológicos hay un principio indiscutible: la materia tiende a la entropía y la Vida es un intento de mantener el orden (de ahí que todo ser vivo, hasta el más admirado biologicamente y detestado capilarmente piojo, llevan implícito un gasto de energía para eso, para evitar que sus células se fundan en una masa de compuestos orgánicos sin sentido ni función o que su estructura neuronal se convierta en un revoltijo de sesos). Este orden, el ser humano, lo ha llevado más allá de lo biológicamente predecible y lo ha impuesto en todos y cada uno de sus quehaceres diarios. Cada mañana sabemos a que hora despertaremos, que vamos a desayunar, a que hora tengo que hablar con este. Sabemos que escote nos gusta y que culo (masculino o femenino) forma parte de nuestra ley del deseo. Sabemos quien nos llama, a quien llamar, quien no nos llama, a quien no llamar. Sabemos a quien darle una sonrisa de amigo, para quien sonreir como una gallina, a quien sonreir por fuera y blasfemar por dentro. Sabemos que ante un café tenemos que fumar aunque no debemos, ante una tragedia por televisión tenemos que llorar aunque no podemos (eso, en etología, se llama adaptación por reiteración de estímulos). El orden de la sociedad humana nos dice esta tarde que vamos a ver, a quien vamos a encontrarnos, que vamos a decir que no pensamos y que vamos a pensar que no diremos, que ocurrirá en nuestra vida de 6 a 7 y de 7 a 8 (preguntale a una tortuga de las Islas Galápagos que va a hacer esta tarde y seguramente te dirá: "absurda pregunta mono de poco pelo, pero seguramente lo que hago ahora: vivir"). ¿Y a que coliflores viene todo este desvario de este tío?. Sencillo, he llegado a la conclusión (seguramente erronea, pero mía) de que las vacaciones son, para esta sociedad del Orden y la Previsibilidad, un paréntesis de entropía que nos acerca a lo más básico: el no saber que vas a comer, con quien vas a encontrarte, ignorar que vas a hacer de aquí a diez minutos, quedarte media hora mirando como el viento mueve las hojas de un árbol, descolocar tu agenda interna con voces, olores, escalofríos, comidas, carícias y paisajes que no están archivados en tu disco duro. Y sobre todo sentarte en un chiringuito de playa y conectar unos puentes energéticos eternos entre una gran jarra de cerveza y la entropía de las olas. Asia a un lado, al otro Europa y allá a su frente Estambúl.
(PD: Definición de entropía: desorden, caos) ("ayyyyy, que se sus tiene que decir tó")
Un abrazo. Llama cuando llegues. Manolo
(PD: Definición de entropía: desorden, caos) ("ayyyyy, que se sus tiene que decir tó")
Un abrazo. Llama cuando llegues. Manolo
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