Sapiens... ¿de qué?

Ansia

domingo, 1 de febrero de 2009


Las ganas no son más que el vocablo coloquial de los deseos (de la misma manera que la puñetera migraña es la jaqueca de la beautiful people, un culo no es más que dos gluteos alrededor de un misterioso agujero negro o el gazpacho es un batido de verduras). La diferencia entre las ganas y los deseos viene implicita con la capacidad que existe para optar a ellas. Yo puedo desear tener un jamelgo árabe para trotar con mi melena al viento ("¿qué soy calvo?…ya, pero yo me refiero a bajarme la bragueta y dejar caer mi mata de pelo, que estoy paverme shavá!!"), mi deseo puede volar hacia ascender mil picos, bajar diez mil valles, cruzar cuatrocientos ríos y salvar mil quinientos volcanes para encontrar la flor de la felicidad, el pajarillo de la alegría, el árbol de la sabiduría, la piedra filosofal, (y ya de paso alguna hierba para fumar y el mechero de Livingstone… supongo). Un deseo es pedir la paz en el mundo, que se acabe el hambre en la Tierra o que los pensamientos negativos abandonen las mentes humanas. Un deseo es pedir que mi mano y mi mente sean capaces de sentir lo que una escribe y escribir lo que otra siente (la primera parte la tengo bastante dominada, de la segunda miedo me da que lo pudiera conseguir). Cabe añadir que con los deseos vienen siempre implicitas unas conscientes carencias repetitivas de dichos deseos ("¿eeeehhh?", "¿kadicho?", "posyo nolon tendío!!"). Lo suponía, me explico con un ejemplo. Yo nunca podré desear ir al valle de Makalstuka si nunca oí hablar de él ni un pastor del desierto del Gobi (Mongolia) deseará conducir un Ferrari por la autopista si nunca vió vehiculo a motor ni en una pintura rupestre. En cambio las ganas son mucho más mundanas, más materialistas, más inmediatas…más agradecidas, sobre todo para los que somos miopes de vida. "Que ganas tengo de tomarme una jarra de cerveza!!". "Que ganas tengo de mear (para los sensibles sustituyase por mingitar, miccionar, orinar o cambiarle el agua al canario)". Puedo tener ganas de llegar a casa y quitarme los zapatos de plataforma (como dicen la mayoría de Drag Queens: "yo así vestida no es que gane mucho, pero es que gano mucho"). De la misma manera os puedo asegurar que tenía muchas ganas de ponerme delante de una pantalla, detrás de un teclado, al lado de una copa de Machaquito (50º, como Sevilla en agosto) y poder desvariar con y para vosotros, mi gente de Rubí (mis silencios son ausencias de escritura, que no de pensamientos). Pero no olvideis que en esto de las ganas no es lo mismo un "tengo ganas de ti" que un "te tengo ganas". Así que cuidadín con la preposición a ver si en lugar de un empujón te vas a llevar un bofetón!!.

El cuentista de Hamelin



Hay cuentos donde todo acaba bien (que siempre quiere decir que el príncipe se beneficia a la princesa). Hay cuentos para no dormir y hay gente que no duerme tramando cuentos. Los hay que necesitamos cuentos para echar a volar y otros que echamos a volar para luego contar un cuento. Hay cuentos donde cada personaje tiene una cara y los hay con tanta cara que se creen personajes de un cuento. Hay quienes intentamos, cada día, escribir un cuento que podamos y puedan contar. La diferencia entre un cuento y una pesadilla no es más que la integridad de cada uno (como dice mi madre: "mucho miedo y muy poca vergüenza"). La diferencia entre una pesadilla y un mal sueño es que este último acaba al despertar y la primera puede prolongarse durante la vigilia. La diferencia entre un mal sueño y un mal despertar se llama alarma de despertador. Hay gente que cuenta cuentos para abrir los ojos de los niños. Hay gente que cuenta cuentos para cerrar los ojos de otras gentes. Hay gente que escucha cuentos para sobrevolar por encima de su realidad. Hay gente que confunde cuentos con fantasmas, heroes con villanos y gentes de bien con brujas del bosque. Los hay para quien Blancanieves es un cuento (o un grupo de enanitos que trabajaban en la mina sin casco ni botas de protección y seguramente sin contrato). Los hay para quien Caperucita es un cuento (o la desagradable historia de la muerte de un animal protegido: el lobo, mezclado con una actitud irresponsable de la madre al dejar sola a la niña en el bosque). ¿La Bella Durmiente?: otro cuento (o de cómo un miembro de la familia real (la princesa) puede permitirse pegarse una siesta de cien años la tía, a costa de subditos y pringaos!!!). Hay cuentos donde siempre ganan los buenos. Hay cuentos donde siempre ganan los malos (a la espera de una segunda parte donde ganarán los buenos, siempre y cuando no esté prevista una tercera parte). Hay gente que se ha hecho famosa por sus cuentos: los hermanos Grimm, el novio de Falete, Gloria Fuertes (eterna voz de cazalla y caliqueños, eterna mente de alegría y corazón autora de aquellos grandes versos mil veces versionados: "El perro ladra / el gato maulla / y la araña se resbalulla / por capulla"), Neil Amstrong (su primo sería un gran trompetista, pero soy de los convencidos de que él no llegó a la Luna en 1969). Hay gentes para los que un cuento es una historia, una historia es un relato, un relato es un deseo, un deseo es una trama, una trama es un objetivo, para los que un objetivo es un cuento…de nunca acabar.

Bolando boy bolando bengo bengo!!!



El pasádo sábabo, mientras le estaba limpiando los dientes a mi hamster (de nombre Fernando, de apellido Sus Labores), me sonó en el transistor una noticia que, no por deseada ni esperada, me alegró aquellos momentos de higiene dental: la Unión Europea ha redactado una directiva para obligar a las compañias aereas a reflejar todos los costes del billete de avión (incluidos los indirectos). Por tanto se acabaron las ofertas engañosas de volar a Antananarivo (capital de Madagascar, aunque tiene nombre de pub musical) por 1 € o visitar Manhattan por tres billetes coloraos. Claro, con esos precios te animas te animas te calientas te calientas te ilusionas te ilusionas y ya estás clickando para reservar. Y pantalla seguida te viene "Tasas del aeropuerto: 10 €" (supongo que se refiere a la mujer de la limpieza o al que te lia las maletas como su fuera una croqueta), "consumo de combustible: 25 €" (¿jefe, y si me llevo yo una garrafilla con las judias que hace mi suegra tengo descuento?. Combustible no se si es, pero explosivo sí!!), "Prorrateo del Buje: 12 €" (hombre, sarna con gusto no pica y si es para eso, bien gastado está!!), "Tripulación y utillaje: 3,1416 €" (en caso de no pagar esta tasa en lugar de comandante te ponen una muñeca hinchable y en lugar de azafatas te atiende una camella con el título de Relaciones Públicas) y por último "Desgaste de ruedas y protesis dentales: 69,96 €" (a ver si te crees tú que el piano dental de las azafatas son de origen, la que más o la que menos los llevan tuneados!!). Pues nada, te sale la broma de tomarte un café en la 5ª Avenue por tropecientos euros, sin contar el paquete de cacaítos que me compré antes de coger el avión ("es por los nervios…no, no es hambre, es desajuste intestinal y los utilizo como barrera física contra el descarrilamiento"). Por si fuera poco encima, nada más finalizar el despegue, con el estómago todavía besando los riñones y las cuentas del rosario en la mano, el pasillo del avión se transforma en un mercadillo a imagen y semejanza de nuestro bazar sabadero de Can Alzamora. A 10.000 metros de altura, te puedes tomar un café (3€), comer un bocata (6€), una bolsita de pistachos (4€), comprarte la revista "Bichas y culebras" (10€), hacerte la pedicura (25€ con los pies límpios, 60€ si hay que rascar), asegurar el piso (180€), cambiarle el aceite al coche (75€), comprarte una manta térmica (240€), jugar un partido de squash (gratis al comprar los pistachos). Eso sí, fue llegar a Antananarivo Airport y me tomé una cerveza por 0,30 €, si es que los que hay que ya sabemos donde ir para ahorrarnos cuatro perras ya!!!.